jueves, 9 de septiembre de 2010

Quiéreme si te atreves.

Tápate los oídos. Fuerte, fuerte, fuerte. Más fuerte todavía. ¿Oyes lo mucho que te quiero?


Sí, ¿lo oyes? Porque por más que lo intento, no puedo dejar de pensar en ello. Es algo que me está comiendo por dentro, y haga lo que haga, piense lo que piense, no puedo dejar de pensar en ti. En tus manos. En tus ojos. En tu sonrisa. En cómo arrugas la nariz cuando algo no te gusta. En cada uno de los pequeños detalles de tu cuerpo. Ese cuerpo que cada noche me permites recorrer con la mirada. Hay veces que no puedo evitar sentirme incrédulo cuando pienso que te tengo, que tú también me quieres, que quizá incluso estés pensando en mí justo en ese momento. De hecho, te vas a reir, pero hay veces que me entran unas ganas locas de llamarte, da igual la hora del día ni el sitio en el que me halle. Simplemente no soy capaz de resistirme a ese impulso de escucharte, de saberte mía, de pensarte, de recordarte. Y muchas veces no lo consigo, me rindo ante la fuerza de mis sentimientos. Y te llamo. Y tú siempre me coges el teléfono, estés donde estés, aunque sé que muchas veces te sorprendes porque te llamo sin razón ni motivo aparente, sólo para preguntarte qué tal estás. Pues bueno, ahora lo sabes. Te quiero, y supongo que aparte de eso no hay mucho más que pueda decir.


-Pardon my enthusiasm.
-I like your enthusiasm.

No hay comentarios:

Publicar un comentario