domingo, 14 de noviembre de 2010

Siempre hubo PEJ.

"When I see your face theres not a thing that I would change
Cuz ur amazing just the way you are.
And when you smile the whole world stops and stares for a while
Cuz girl ur amazing just the way you are."


En el patio de un colegio todos los niños juegan. Bueno, no todos, sólo los comprendidos entre las edades de 6 y 10 años. Es el primer día de clase y se pueden notar los nervios en el ambiente. Los que se conocen de cursos anteriores ya se han juntado y comentan alegremente cómo han ido sus vacaciones. El sol brilla en lo alto, y propicia un ambiente relajado y amigable. De repente, suena la sirena que indica que el recreo ha terminado y que deben comenzar a formar filas para entrar en clase. Aun siendo nuevos, todos los alumnos saben dónde deben colocarse, pues un letrero pegado en cada una de las columnas se lo indica. Una vez formadas, las filas, toca subir a clase. Durante todo ese recorrido, dos niñas no pueden dejar de mirarse. Están colocadas la una delante de la otra y, al parecer, las dos han notado algo muy especial cuando la andereño ha dicho sus nombres. Durante el siguiente recreo se presentan y se ponen a hablar en una esquina del patio.
Desde ese día, todos los días compartieron confidencias, secretos, debates, opiniones, buenos y malos momentos. Su relación pasó por baches, como todas las grandes historias, pero jamás dejaron de quererse como el primer día. Aun a día de hoy, catorce años después, las cosas siguen iguales. La una tan niña como entonces, la otra tan responsable como la primera vez. Un millón de aventuras después y aunque la vida se empeñe en separarlas, las desgracias no han conseguido hacer mella en su relación, que no ha hecho más que mejorar con el tiempo, como el buen vino. Se entienden con sólo una mirada, se buscan si tienen algún problema, se apoyan la una en la otra cada vez que caen para volver a levantarse. Y aunque varios kilómetros las separan, son capaces de pensar las mismas cosas en los mismos momentos. Discuten, como cualquier persona. Se enfadan la una con la otra, como todos. Pero no son capaces de estar enfadadas durante mucho tiempo. Su relación no es perfecta, pero eso no importa. Dijeron para siempre y será para siempre, y además, ¿quién quiere una relación perfecta teniendo una imperfecta con alguien tan especial?

Pena que no haya más gente así.

Gracias, gracias y más gracias. Es lo único que me queda por decir.

 

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Amigos.

Hay veces que el mismo suelo que está bajo nuestros pies se resquebraja y se parte mientras andamos. Sin poder evitarlo, caemos de rodillas, luchando por levantarnos para seguir avanzando. Nos aferramos a cada una de las aristas que se han formado debajo de nuestro cuerpo, tratando de coger impulso. Pero cada vez que lo intentamos nos fallan los pies, las piernas, las fuerzas, los ánimos. Y cada intento fallido nos hunde un poco más en nosotros mismos, y nos impide poder mirar hacia delante con claridad. Cerramos los ojos con fuerza y nos negamos a seguir intentándolo.

Entonces es cuando notamos unas manos en nuestra espalda, dándonos ánimos, alentándonos, y otras manos nos cogen de las nuestras propias. Estas manos nos ayudan a pasar todos los obstáculos que hay en el camino, y nos conducen de vuelta al sendero que tenemos marcado. Son manos grandes, pequeñas, suaves o duras, de mujer o de hombre, pero todas ellas son manos amigas.

Porque eso es lo que significa ser amigo de alguien. Sostenerle cada vez que cae, ayudarle a tomar impulso cada vez que le fallan las fuerzas y las ganas. Estar ahí cada vez que necesite una palabra de aliento. Y hacerle ver a esa persona que no todo esta perdido, que nos tienen a su lado, y que pase lo que pase, nunca nos vamos a ir.