miércoles, 13 de junio de 2012

Bienvenido a tu hogar.

Un hogar es ese sitio con techo y paredes que te resguardan cada día del sol y la lluvia. Es ese sillón desde donde en invierno sientes el calor de la chimenea, y en verano la brisa fresca que entra por la ventana. Un hogar es esa escalera en la que siempre tropiezas con una sonrisa, o esos pasillos donde los juguetes tienen vida propia.

Pero un hogar es mucho más que un puñado de habitaciones. Son los momentos que vives en ellas. No hace falta tener lazos de sangre para crear un hogar, cuando menos te lo esperas, todos estos momentos crean los lazos, invisibles, pero indestructibles, como cuidar con cariño los unos de los otros, ayudar a quien lo necesita sin pedir nada a cambio o apoyarse siempre los unos a los otros. Juntos, unidos como un equipo.
En los buenos momentos, y en los malos. Porque hasta en los peores momentos, esos lazos, te dan fuerzas para seguir adelante, para apretar los dientes y aguantar. Para pensar que si sales de esta, podrás volver al hogar...

A veces la vida nos deja fríos e intenta alejarnos de casa, pero si sigues pensando en los tuyos, mantener vivo el calor del hogar es aún posible. Tienes que mirar a los ojos del otro cuando tiene miedo para darle tranquilidad. Tienes que tragar saliva y pelear, aunque te pase factura... Porque ningún precio es demasiado alto si consigues lo que más te importa en la vida.

Tienes que esforzarte y salir adelante sin rendirte. Aunque haya gente que no entienda tu lucha e intente a toda costa que no avances.

Si haces todas estas cosas, tu hogar siempre seguirá vivo. Porque un hogar no son unos cuantos metros cuadrados, ni unas bonitas vistas, ni los felpudos de bienvenida. Un hogar son los lazos invisibles que nos unen a nuestra gente, y eso, aunque lo intenten, no lo puede destruir nadie.

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