sábado, 24 de agosto de 2013

- Bien, señora de Almenara. Es usted una mujer... "modélica"... ¡Qué expresión más torpe! Es usted una mujer admirable: ésa es la palabra: digna de admiración, y con una personalidad cautivadora. Me siento realmente satisfecho de haberla conocido. Solo lamento... el sitio... y la ocasión. 

- Doctor, ¿qué dije antes para que usted se enfadara?

- No me enfadé con usted, Alicia, sino con el hecho de que... sea usted tan perfecta y que a pesar de ello... ¡Bien! ¡Me callo! Algún día se lo diré. 

- Cuando la paciente hubo salido, el médico anotó unas palabras en un bloc. A las que añadió con gesto malhumorado: "¡No es usual ver a los ángeles en el infierno!" Mas en seguida lo tachó porque se avergonzaba de haberse dejado fascinar, cautivar, por la belleza, el encanto y la rara personalidad de Alice Gould.


Los renglones torcidos de Dios - Torcuato Luca de Tena



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