Me gustaría también estar ahí para ti cada vez que caigas, cada vez que tropieces, cada vez que la vida te ponga la zancadilla. Ayudarte incluso cuando tú mismo no sabes que necesitas una mano amiga. Estar contigo cuando todos los demás te hayan dado la espalda. Cuando intentes hacerte el duro, cuando pretendas que no te importa cualquier cosa que te esté pasando. Estar contigo cuando necesites un momento a solas y cuando quieras estar rodeado de gente.
Me gustaría pasar contigo los momentos más importantes de tu vida. Poder abrazarte fuerte cada vez que consigas dar un paso hacia delante, y abrazarte más fuerte aún cuando des un paso hacia atrás.
Siempre he querido estar contigo. No puedo negarlo, y tampoco me avergüenza reconocerlo. Te quería. O bueno, algo parecido al menos. Me encantabas. Tus chistes absurdos, tus tonterías... todas las veces en las que me sacabas una sonrisa. Y las veces que yo te la sacaba a ti. Anhelaba poder ser la “dueña” de aquella sonrisa, pensar que cada una de las veces que reías en parte lo hacías por mí también... Pero de un tiempo a esta parte me he dado cuenta de que las cosas no tienen por qué ser así necesariamente. Puedo ser dueña de tu sonrisa sin ser tu dueña propiamente dicha. Que puedes sonreír pensando en mí sin necesidad de estar conmigo. Que a veces es mejor ganar un amigo aun a costa de muchos lloros. Que puedo estar contigo en los momentos importantes. Que puedes llegar a quererme más como amiga, y que yo te querré siempre, sea como sea. Que incluso es más fácil demostrarte las cosas siendo solo eso, amigos. Al final todo era tan simple como eso. Porque, a veces, cuanto más simple es algo más significado tiene. Porque ahora puedo estar contigo en todos los momentos, sean buenos o sean malos. Porque puedo decirte todo lo que pienso o siento sin miedo a que me dejes. Porque ahora sí que me quieres, y esta vez la forma en la que me quieres me basta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario